Érase una vez un
libro escrito por un joven cacereño que compagina la literatura con su otra
vocación: la de profesor de secundaria y que con poco más de treinta años ya
cuenta con cuatro libros en su haber. Debutó en el mundo literario en 2016 con Aguacero, primer libro de la serie del
Inspector Trevejo. Posteriormente publicaría el segundo: Primavera cruel, para luego darse un descanso y abordar otra trama
completamente diferente con Durante la
nevada, publicado en 2020. Hoy os hablaré del tercero de la serie, Todos los demonios, que se puede leer
sin necesidad de conocer las historias anteriores, porque todas ellas son
autoconclusivas.
Érase una vez un
libro de esos que se te escurren entre las manos como gotas de lluvia, de los
que no te dan tregua, de los que parten con un planteamiento sencillo: un
asesinato y su consiguiente investigación, para complicarse en unas horas con
otro, esta vez doble, en otra ubicación diferente, pero que guardan un extraño
vínculo para complicarse más y más a medida que pasamos páginas. De esos que te
dejan exhausto, que te llevan por mil vericuetos, que te hacen dudar de todo y
de todos.
Érase una vez un
libro con un protagonista de los que te hacen quitarte el sombrero: el
inspector Ernesto Trevejo. Todavía joven aunque él no lo crea tanto, es
inteligente, astuto atrevido. Está encantado de conocerse, no en vano es el detective estrella de la policía nacional,
porque sabe bregar contra los elementos, aunque prefiera los delincuentes
comunes a otros con los que ahora le ha tocado “en suerte” tratar, más acostumbrados
a llevar la esvástica en la cartera, la cruz de David en la solapa o sean
asalariados del tío Sam. Claro que a un buen protagonista, le acompañan
secundarios de excepción, como es el caso de John y Mary Clarke,
imprescindibles para que la historia funcione y mucho más.
Érase una vez un
libro con una trama envolvente, de esas que te engancha a la historia y no
puedes parar de leer. Una historia que transcurre en el verano de 1960 en aquel
Madrid difícil a efectos políticos en el que el Gobierno franquista pretendía
abrirse al mundo, tras un largo período de aislamiento. Sin embargo, aquello
solo era un espejismo en una ciudad atrapada en una suerte de camarote de los
Marx tomada por espías de todas las nacionalidades posibles. Y en el eje del
problema, se produce un asesinato para complicarlo todo más. Un asesinato que
lleva otros dos asesinatos más y que darán origen a una intriga espectacular
que viaja a caballo entre distintas localidades para llegar a nuestro país
vecino. Una trama que bien podría considerarse un puzle en el que no serán
pocas las veces que dudes en que el autor sea capaz de resolverlo, pero que
basta con llegar al desenlace para descubrir cuanta genialidad se esconde
detrás de una pluma magnífica, como la que derrocha Luis Roso en cada párrafo.
Érase una vez un libro donde nadie es lo que parece, pero totalmente recomendable por todos estos motivos y muchos más.